Nació en La Plata el 14 de noviembre de 1919. La ascendencia irlandesa de su familia lo nombró John William, en lugar de Juan Guillermo. Su padre, de extracción radical agrarista, en un país semicolonial bajo el predominio británico, Juan Isaac Cooke, que fue canciller, nombrado en 1946 por Perón.
El Bebe, “el gordo”, John William -sus apodos y su nombre-, fue un hombre dotado de gran inteligencia. A los 25 años ya era abogado, empleado del Congreso, y a esa edad fue electo como diputado de la nación, el diputado más joven (de ahí el primer apodo). Evolucionó desde un radicalismo aliadófilo a un pensamiento de izquierda nacional que ancló en el peronismo. Cultivó una estrecha amistad con César Marcos[1] gracias a quien avanzó a un pensamiento nacional. Pasional, insobornarle, crítico. En determinados momentos se opuso a lo que consideró “aflojadas” del gobierno de Perón.
El 29 de mayo de 1946 votó,
junto y entre otros, a Cámpora, que por entonces era diputado la restitución a
Perón del grado que le correspondía, con posterioridad al 17 de octubre, y que lo
ascendió a general de brigada.
En 1951 lo expulsaron de las listas partidarias.
De 1953 a junio de 1955
editó una revista, “De Frente”. Desde allí ejerció duras críticas contra los
sectores burocráticos del sindicalismo y algunas medidas de gobierno (por ej.
El contrato con la Standard Oil de California) y sostuvo posiciones antiimperialistas
y latinoamericanas.
En junio de 1955 golpistas
ocuparon la Escuela de Mecánica de la Armada y el aeropuerto de Ezeiza. Cooke
concurrió a la Plaza de Mayo, con su traje gastado y una pistola 45 en mano, para defender al gobierno
constitucional. Decenas de aviones atacaron desde baja altura con ametralladora
y bombas la Casa de Gobierno con la finalidad de matar a Perón, él se parapetó detrás de la estatua de Manuel Belgrano para
resistir. Toda una metáfora de lo que vendría: La Resistencia Peronista.
Derrotada la
insurrección, ese mismo año Perón lo
nombra interventor del Partido en la Capital “una medida más que apropiada a
causa de los momentos de claudicaciones, rajes varios y terrores de cuanto
burócrata y adulón formaba parte del movimiento..:”[2].
Luego de producido el
derrocamiento (16 de setiembre de 1955) Perón lo convocó para ofrecerle el
puesto de Secretario de Asuntos Técnicos pero Cooke lo rechazó pues “no es
tiempo de la técnica sino de la política” [3]. Quedó a cargo de la intervención del Partido
Peronista de la Capital Federal donde se enfrentó con la burocracia. Perón
depositó en Cooke un gran caudal de confianza y
una tarea sin par en ese momento porque Cooke demostraba ser un luchador
sin claudicaciones.
Más adelante mostraría un perfil ideológico que no
coincidió con Perón, por su postura de recurrir a las armas y armar a las masas.
Desde entonces se puso a
organizar la Resistencia, constituyendo el Comando Nacional junto con César Marcos
y otros compañeros. Perón señala que “Fue Cooke el único dirigente que sin
pérdida de tiempo constituyó un comando de lucha en la Capital que confió a
Lagomarsino y a César Marcos”. A mediados de octubre fue detenido y llevado a
la misma penitenciaría que Cámpora -en calle
Las Heras-. En ese lugar muchos presos sufrieron torturas o los pusieron frente
al paredón para simular un fusilamiento. Entre otros, allí se encontraba
detenido allí Oscar Bidegain.
En 1956 Cooke fue trasladado
a la cárcel de Ushuaia. Desde allí intentó poner en pie la Resistencia
Peronista. Perón lo distinguió en una carta que redacto desde el exilio y, a
través de este documento le delega toda posible representación:
“…Por la presente autorizo al compañero Dr. D. John
William Cooke, actualmente preso, por cumplir con su deber de peronista, para
que asuma mi representación en todo acto o acción política. En ese concepto su
decisión será mi decisión y su palabra la mía.
En él reconozco al único jefe que tiene mi mandato para presidir la
totalidad de las fuerzas peronistas organizadas en el país y en el extranjero,
y sus decisiones tienen el mismo valor que las mías. En el caso de mi fallecimiento, delego en el
Dr. D. John William Cooke el mando del Movimiento. En Caracas, a los 2 días de
noviembre de 1956. Perón”[4].
Luego lo enviaron a la
cárcel de Caseros y, hacia fines de 1956, a la cárcel de Río Gallegos donde
comparte prisión con Jorge Antonio, Héctor Cámpora, Patricio Kelly, Pedro Gomis
y José Espejo. Allí Jorge Antonio, empresario amigo de Perón, planea una fuga.
Junto con ellos se encuentran el Mayor Máximo Alfredo Renner –que fuera
ayudante de Perón- y es un gran conocedor de la Patagonia por lo que hace los
planos de caminos y cruces para salir a Chile. Forman parte de este grupo que
planea la fuga, además de los antes mencionados, Cooke, Kelly, Espejo. Lo incorporan a Cámpora, y dado que Renner
fue trasladado a Buenos Aires, Kelly gestiona para que el lugar sea ocupado por
el sindicalista Gomiz.
Con dinero aportado por
Jorge Antonio, sobornan a un carcelero para fugar. Y la noche del 17 de marzo
de 1957, Cooke y sus compañeros logran escapar en auto y traspasar la frontera
para llegar a Chile. Allí piden asilo y se los conceden. Por entonces el
presidente era Ibáñez del Campo que a poco recibe presiones para extraditarlos.
Entonces los trasladan en buque de guerra a Valparaíso y de allí a Santiago de
Chile donde son ubicados en la penitenciaría local. Pesa sobre Cooke la
acusación de hacer quemar iglesias y saquearlas. Sabiendo que le espera ser
extraditado, escapa luego de un episodio en el que le revolea por la cabeza una
máquina de escribir a un sumariante. Consigue abandonar el país trasandino para
llegar en avión a Caracas a encontrarse con Perón hacia fines de 1957.
Señala Bonasso que Cámpora
veía a Cooke como un bienintencionado pero falto de experiencia, otros
dirigentes lo tildan de marxista.
Frondizi da la orden a
Frigerio para llegar a un acuerdo con Perón. Cooke se entrevista con Rogelio
Frigerio, principal asesor de Frondizi. La escribe a Perón, dado que se acercan
las elecciones constituyentes que se llevarían a cabo el 28 de julio de 1957 y
que tenían como objetivo derogar la Constitución de 1949. La idea era firmar a
un pacto que finalmente se firma en febrero de 1958 entre Frondizi y Perón.
Perón fue desplazando a
Cooke por su posición que alentaba la tendencia revolucionaria, más dura sin
concesiones: la primera Resistencia Peronista, una lucha clandestina en que se
fabricaron bombas en su casa, con carbón, potasio y ácido sulfúrico. Para
fabricar los famosos “caños” peronistas, cortaban un cilindro de metal y lo
rellenaban con explosivo. A eso se sumaban sabotajes, huelgas sorpresivas y el
voto en blanco del 28 de julio de 1957.
En febrero de 1958 ya en
Ciudad Trujillo, Perón, Cooke y Frigerio, firman el pacto que luego Frondizi negará, y por el cual se
intercambian votos por tregua política, amnistía de presos peronistas,
legalidad para las organizaciones políticas y sindicales del Movimiento,
elecciones sin proscripciones. Cooke, además, utilizando documentos falsos
viaja hacia y desde Montevideo manteniendo reuniones con Frondizi y Frigerio. Perón, en tanto, lo critica. Ya le queda poco
como delegado.
Se llevan a cabo las elecciones
del 23 de febrero de 1958 en las cuales Frondizi es consagrado presidente.
En Argentina, en tanto, se
produce la huelga de petroleros contra la política de Frondizi. El gobierno
declara el Estado de sitio. Cooke es detenido, sale en libertad y pasa a la
clandestinidad.
Visitó Brasil a fines de
1958, estuvo con Joao Goulart Y Brizzola -herederos del varguismo. El objetivo: lograr que el
gobierno de Brasil otorgara visa de residencia a Juan Perón y a su acompañante,
Isabel, y su secretario el periodista Américo Barrios –en el contexto del
acuerdo Perón-Frondizi.
En enero de 1959 estalló la
huelga del Frigorífico Lisandro de la Torre, Cooke apoya al líder, Sebastián
Borro que había estado preso con él en Río
Gallegos. A estas alturas quieren expulsarlo del peronismo. Por entonces
declara al diario La Razón del 17 de enero de 1959: “El gobierno continua
entregando nuestra soberanía y nuestra riqueza a la oligarquía y el imperialismo”[5].
Frigerio lo acusa de ser
parte de un peronismo aliado al comunismo. El Consejo coordinador y Supervisor del Movimiento coincidió con el
acusador y destituye a Cooke. A partir de allí lo persigue la policía. Frondizi
nombra a Álvaro Alsogaray al frente de Economía.
Frondizi impone el Plan
CON.INT.ES., represión, resistencia, caños, cárcel a activistas y dirigentes
del peronismo. En abril de 1960 Cooke se va a Cuba y permanece allí hasta 1963.
El fogoso y combativo Cooke establece una vinculación muy sólida con Fidel,
cuenta con su aval frente al sindicalismo y la burocracia pactistas. Cooke participa en la batalla de Bahía de los
Cochinos contra la invasión organizada por el gobierno de EEUU. Desde la isla
mantiene intensa correspondencia con Perón, lo invita, en nombre de Fidel, a
residir en Cuba.
Cuando regresa a Argentina,
funda la Acción Revolucionaria Peronista (a mediados de la década del 1960).
Desde allí, formula fuertes críticas a la burocracia del movimiento y propone
llevar a las masas a la liberación nacional desde el peronismo, al tiempo que
se vincula con movimientos guerrilleros que van surgiendo en América latina. Produjo célebres consignas: “el peronismo es el hecho maldito del país
burgués”, ”La contradicción
peronismo-antiperonismo es la expresión de la lucha de clases en la Argentina”,
“En Argentina, los comunistas somos
nosotros”, en tanto que analiza y define al peronismo como “el mas alto nivel de conciencia al que
llegó la clase trabajadora argentina”.
En la correspondencia que
mantiene como Perón se visualiza la negativa de este último a dar un “giro a la
izquierda” propuesto por Cooke. Si bien “con ellos golpeó”[6]
con políticos y sindicalistas negoció.
Matera se candidatea, junto
a Horacio Sueldo, para una alternativa “neoperonista” que Perón denominó
“neuroperonista”, en tanto que para Cooke era reprochable ya que apoyaban la
Alianza para el Progreso.
En 1964, ante el frustrado
retorno de Perón que fue detenido en Brasil, Cooke comparte las palabras de
Perón: el subimperialismo brasileño actuó bajo las órdenes del imperialismo
yanqui.
Publica, por entonces,
Apuntes para la militancia, dicta varios cursos de formación política y, al
producirse el golpe militar del 28 de junio de 1966, lanza el Informe a las
bases, con fuertes críticas. Para él, el peronismo es un problema insoluble
para los gestores de ese golpe de Estado
(FFAA-partidos políticos tradicionales): Elaboró un documento destinado a
caracterizar al peronismo donde, con la claridad de análisis que lo caracterizó.
Los golpistas estaban alejados del pueblo. Sus primeras acciones fueron ir
contra la universidad, la “vanguardia
ideológica (Buenos Aires – Córdoba). Pero además analizó el papel de la
burocracia sindical y política, la lucha de clases dentro del movimiento de
masas, y el peronismo. Los burócratas no es que no quisieran la vuelta de Perón
sino que lo que querían era que volviera pero que eso no significara la pérdida
del sillón sindical –los privilegios que habían tejido-. Insiste en que el peronismo debe ser la
izquierda revolucionaria para conducir a los trabajadores al socialismo,
incluso apelando a métodos violentos si fuera necesario. A su vez sostiene que
“Perón no sólo es el artífice de la única época en que el obrero fue feliz sino
también el recuerdo, el símbolo de la primavera revolucionaria del proletariado
argentino, del momento cenital de las grandes conquistas sociales y las
reivindicaciones nacionales. Por eso… la adhesión de los obreros como del odio
que le profesa la oligarquía”. El
retrato que hace de los tiempos de Onganía es casi las estrofas de Yo vivo en
una ciudad, en la que se produce la Noche de los Bastones Largos (29/7/1966). No
cesa de denunciar el avance del capital transnacional que se asienta con
inversiones beneficiosas para ellos mismos, la ley de bancos que se reformó
para beneficiar a la banca extranjera, la instalación de una filial de la CIA en
la División Asuntos Extranjeros de la Policía Federal bajo el nombre de
Biogénesis que investigaba –entre otros- a Cooke, catalogándolo como “un
extremista de izquierda, ligado a la inteligencia cubana”. Llegaron a infiltrar
un agente en el grupo de Cooke y
elaboran una lista de personas que debían ser asesinadas.
En los últimos días del mes de marzo de 1967, agentes de la CIA ingresaron al departamento que John William Cooke iba a ocupar temporalmente en un viaje a Montevideo, lo revisaron todo e instalaron un sistema de escucha. Porque ese año, en Punta del Este, iba a tener lugar una Conferencia de la OEA a la que asistiría el entonces presidente de los Estados Unidos, Lyndon Johnson. La estación de la CIA en Uruguay fue reforzada y se intensificaron las tareas de inteligencia para prevenir posibles atentados.
En 1968 Cooke participa de
la formación de la publicación Con Todo, que dirigió el Mayor Bernardo Alberte.
Cooke ya está muy enfermo.
Un cáncer de pulmón lo lleva a la muerte. Fumador empedernido de cien
cigarrillos diarios. Escribió un testamento. Ateo, materialista, rechazó
ceremonias y ordenó incinerar su cuerpo previa donación de sus ojos a un banco
de trasplantes. Fallece el 19 de septiembre de 1968, tenía tan sólo 48 años.
[1]
César Francisco Marcos fue asesor del diputado John William Cooke cuando éste
se opuso a la firma de las Actas de Chapultepec propiciadas por los Estados
Unidos. En 1954 es uno de los más estrechos colaboradores del Gordo en su
revista “De Frente”. Caído Perón en 1955 fue uno de los mentores del Comando
Nacional Peronista (CNP), lo que le valió cárceles y persecuciones.
[2]
Feinmann, op. Cit. 364
[3]
Feinmann, op. Cit. 368
[4]
Feinmann, op. Cit. 364
[5]
Bonasso, p. 110
[6]
Feinmann, op. Cit. 392
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