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lunes, 9 de noviembre de 2020

9 DE NOVIEMBRE DE 1971: CÁMPORA ES NOMBRADO POR PERÓN SU DELEGADO EN LA ARGENTINA, por Daniel Chiarenza



Lanusse asume la presidencia de facto el 26 de marzo de 1971. Nombra en el

ministerio del Interior a Mor Roig, lo que da el tono del significado de este gobierno: una

condicionada apertura democrática.

Se anuncia que en 90 días se conocería el plan político del gobierno. Sería el GAN

(Gran Acuerdo Nacional).

Pensado como la base de lanzamiento personal de Lanusse, pretendiendo éste

ser el candidato del “cambio”; no era más que un instrumento que garantizaría una salida

“controlada” y un nuevo gobierno democrático que se obligara a respetar a los que habían

dominado -sin consenso- al país desde la caída de Perón y temían la revancha de los que

por 17 años estuvieron proscritos.

Alguien dijo que: “Consistía básicamente en negociar con Perón, ofrecerle cosas

tales como su rehabilitación histórica y el reintegro de sus bienes y pedirle a cambio que

apoyara la candidatura presidencial de Lanusse. Perón podría volver al país y ambos

generales proclamarían el GAN”. Alain Rouquié piensa en “descompresión controlada”,

que asegurara que los militares volvieran “con la cabeza alta a los cuarteles”, la búsqueda

de un candidato de transición que conformara a las fuerzas políticas y sólo, como última

posibilidad, la candidatura de Lanusse como “restaurador constitucional”.

En los considerandos del lanzamiento del GAN –mayo de 1971- Lanusse expresó:

“Las Fuerzas Armadas están decididas a terminar con las luchas estériles que durante

largos años han dividido a la familia argentina; para ello han convocado al GAN”. El

dictador habla ampliamente de “perdonar agravios” y agrega: “No podemos seguir como

hasta ahora, tratando de ignorar los antagonismos que nos dividen, ni seguir eludiendo la

responsabilidad histórica de terminar con ellos”.

La oportunidad no va a ser perdida por Perón, que, a través de su delegado Jorge

Daniel Paladino inicia la etapa de negociaciones como un magnífico estratega en el juego

de ajedrez, dándose él el tiempo para mover la próxima pieza (cosa que enloquecía al

inexperto político Lanusse).

El 3 de septiembre devuelven los restos de Evita, peregrinos desde el triunfo de

“La fusiladora”, como parte de las negociaciones del delegado. La misma noche Perón

declara a la prensa española: “Esta gente me quiere sobornar. Quieren hacerme

pequeños pagos, me devuelven a Evita. Si quisieran podrían devolverme mi pasaporte,

pero no voy a andar mendigándolo”.

El Viejo General recibe de los militares el cadáver de Evita en la Quinta 17 de

Octubre de Puerta de Hierro. El Dr. Ara tratará de restaurarlo.

Septiembre se convirtió en un mes de definiciones: el 17 se anunció oficialmente la

realización de los comicios para marzo de 1973 y la entrega de las insignias de mando

para el 25 de mayo. En octubre, un conato de golpe, liderado por los coroneles García,

Molina y Díaz Loza, expresó la última resistencia a la salida electoral del sector más

reaccionario de las Fuerzas Armadas.

Después de anunciada la fecha de elecciones, la necesidad de mantener “los pies

dentro del plato”, es decir, dentro de los límites del GAN, había terminado. Fue como bajar

la bandera de largada, en una carrera hacia el triunfo electoral y la conquista del gobierno.


Se acababa el tiempo de los “buenos tratos” y las palabras amables y empezaba la

competencia por todos los medios.

El cambio de coyuntura Perón lo marco el 9 de noviembre de 1971 al reemplazar a

su delegado personal Paladino –que no se sabía si era el delegado de Perón o el

delegado de Lanusse ante Perón, nunca quedó claro-, por un hombre más grato a los

sectores de izquierda del movimiento: Héctor J. Cámpora.

Perón tenía que romper radicalmente la línea de diálogo con las Fuerzas Armadas

y diferenciarse de ellas (cuánto más, mejor). Necesitaba para eso un hombre que fuera

capaz de mantener un diálogo fecundo con los partidos políticos comprometidos en la

salida electoral y que, al mismo tiempo, creara confianza en las nuevas vertientes que

confluían desde la izquierda y se sumaban a los “duros” del peronismo.

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