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viernes, 18 de septiembre de 2020

19 DE SEPTIEMBRE DE 1968: FALLECIMIENTO DEL TEÓRICO MÁS GRANDE QUE TUVO EL PERONISMO, JOHN WILLIAM COOKE, por Daniel Chiarenza

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Moría en La Habana, Cuba, el peronista combativo John William Cooke. Había sido

diputado nacional (1946 y 1952); interventor del partido peronista a partir del 16 de junio

de 1955; declarado heredero del Movimiento revolucionario que conducía Juan Perón en

noviembre de 1956; firmó el pacto electoral con Frondizi, Frigerio y Perón en 1958, año en

el que inicia una paulatina caída dentro de las verticalistas y burocráticas estructuras

sindicales del peronismo, aunque inicia una ascendente carrera como teórico del

Movimiento nacional y popular, comparable con Lenin, Gramsci, Mao, Fidel, Guevara. A

fines del ‘59, Perón -enterado de las vinculaciones de Cooke con grupos peronistas

combativos, revolucionarios, de "izquierda" podríamos decir- escribía: "Se debe controlar

la cosa. No sea que el Bebe Cooke empuje a los muchachos hacia el lado de los

bolches". Se explica en que Perón tampoco lo comprendió desde los aportes que otros

pensadores nacionales podían hacer al mayor movimiento de masas de América Latina;

ese desencuentro fue una lástima, por el salto doctrinario cualitativo que se podía haber

dado en los albores de la Resistencia.

Cooke estaba preso cuando, en junio de 1956, se produce el intento de “Recuperación”

Nacional encabezado por los generales Valle, Tanco y el coronel Cogorno. Un comando

civil lo sacó de la celda al "Gordo", junto a otros peronistas. Eran gorilas civiles, a los que

llamaban comandos “libertadores”, intentaron ejecutarlo. Pocos jefes militares se

opusieron y Cooke volvió a la cárcel. Por entonces era el interlocutor de Perón desde su

encierro. Trasladado al presidio de Río Gallegos, se escapó el 27 de marzo de 1957 junto

con José Espejo, Jorge Antonio, Kelly y Héctor Cámpora. Fueron a Chile, considerados

asilados políticos.

En noviembre de 1957, el “Gordo” fue a Caracas para hablar con Perón, quién, en la

misma capital venezolana, había dicho el 2 de noviembre de 1956: "En caso de mi

fallecimiento, delego en el doctor John William Cooke el mando del Movimiento". En enero

de 1958 llegó a Venezuela Rogelio Frigerio, con quien Perón y Cooke estudian el acuerdo

electoral que daría ja presidencia a Arturo Frondizi. En julio de 1964, ante una comisión

parlamentaria, Cooke no sólo explicó los detalles de ese acuerdo electoral sino que

mostró una copia del pacto firmado por Frondizi, Frigerio, Perón y él.

Cooke siguió al lado de Perón, acompañándola a la República Dominicana y, en una de

esas intermitentes amnistías, regresó a la Argentina al promediar 1958. En noviembre fue

detenido cuando se implantó el estado de sitio y se fue adaptando al ritmo pendular del

conductor, por eso cayó en desgracia. Ya no era el heredero de Perón, ni su delegado.

Marginado, eligió como lugar de residencia a La Habana, compartiendo la alegre

experiencia de los jóvenes latinoamericanos del siglo XX, que significó la transformación

societaria inmediata valorando los intereses nacionales y populares que, en definitiva, no

era otra la conclusión política -a modo de síntesis- a que había llegado Cooke en su

relevante bibliografía.

Unió su vida a la de otra intelectual, Alicia Eguren. Como abogado, sus últimas tareas en

la Argentina, defendió a los peronistas revolucionarios, con los que tuvo un importante

anclaje ideológico, cuestión visible en sus  Apuntes para la Militancia;. Tras su muerte y

gracias a su compañera Alicia se conoció la correspondencia Perón-Cooke. La primera

carta, fechada el 12 de junio de 1956, enviada por Perón desde Caracas en contestación

de otra, dirigida por Cooke desde Buenos Aires el 20 de mayo del mismo año. La última

misiva del General, Cooke la recibió en París en enero de 1966 y Juan Perón se la envió

desde Madrid.


Agradecía a Cooke las referencias recibidas sobre la Conferencia Tricontinental de La Habana y la invitación de Cooke a residir en el país de la realización de las utopías; Perón se quedó en Madrid, donde aún era fuerte el predominio del vetusto dictador Franco, con su fascismo con olor a incienso.

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