Para Sarmiento lo autóctono es “lo bárbaro” que hay que eliminar. Se pregunta sobre los
indios: “¿Lograremos exterminar a los indios? Por los salvajes de América siento una
invencible repugnancia sin poderlo remediar. Esa canalla no son más que unos indios
asquerosos a quienes mandaría colgar ahora si reapareciesen. Lautaro y Caupolicán son
unos indios piojosos, porque así son todos. Incapaces de progreso, su exterminio es […] útil, sublime y grande. Se les debe exterminar sin ni siquiera perdonar al pequeño, que tiene ya el odio instintivo al hombre civilizado”.
Continúa: “Estamos por dudar de que exista el Paraguay. Descendientes de razas guaraníes, indios salvajes y esclavos que obran por instinto o falta de razón. En ellos, se perpetúa la barbarie primitiva colonial […] Al frenético, idiota, bruto y feroz borracho Solano López lo acompañan miles de animales que obedecen y mueren de miedo. Es providencial que un tirano haya hecho morir a todo ese pueblo guaraní. Era necesario purgar la tierra de toda esa excrecencia humana, raza perdida de cuyo contagio hay que librarse”.
Y así se refiere a los negros: “Los negros […] ponían en manos de Rosas un celoso espionaje, a cargo de sirvientes y esclavos, proporcionándole, además, excedentes e
incorruptibles soldados de otro idioma y de una raza salvaje […]. Felizmente, las
continuas guerras han exterminado a la parte masculina de la población”.
Refiriéndose a los gauchos, exultante por el “triunfo” de Pavón conquistado por la
defección de Urquiza y al caradurismo de Mitre, escribe: “No trate de economizar sangre
de gauchos” […] “su sangre es lo único que tienen de humano” y resulta que: “Este es un
abono que es preciso hacer útil al país”, en carta a Mitre del 20 de septiembre de 1861.
Pasa un tiempo y con respecto a Urquiza: “No deje cicatrizar la herida de Pavón. Urquiza
debe desaparecer de la escena, cueste lo que cueste. Southampton o la horca. Él es la
única nube negra que queda en el horizonte” [en Archivo del General Mitre. Campaña de
Pavón, tomo IX, Bs. As, Biblioteca La Nación, 1912]. Continúa el “Padre del aula” [un
autodidacta metido al noble oficio de maestro]: volviendo a los gauchos que son “animales
bípedos de perversa condición” (carta a Mitre, 24 de marzo de 1863).
En Conflictos y armonías de las razas en América abundan los relatos despreciativos
hacia indios, negros y gauchos. También repudia las raíces hispánicas, suponiendo que
todo lo español es necesariamente autoritario y reaccionario, óptica que lo conduce a
idealizar lo anglosajón. La propuesta de aniquilar a lo que llama “barbarie” se expresa con
motivo del degüello del Chacho Peñaloza; del mismo modo preconiza el asesinato de
Benavídez: “La muerte del gobernador Nazario Benavídez es acción santa sobre un
notorio malvado. Dios sea loado”.
Su Facundo se halla nutrido de denuestos y acusaciones, muchas de ellas falsas, como él
mismo lo reconoce en carta al “manco” Paz. Transcribimos algunos fragmentos de su
obra literario-histórica: “Facundo es un tipo de la barbarie primitiva […] Su cólera era la de
las fieras: la melena de sus renegridos y ensortijados cabellos caía sobre su frente y sus
ojos en guedejas como las serpientes de la cabeza de Medusa, su voz enronquecía y sus
miradas se convertían en puñaladas. Dominado por la cólera, mataba a patadas,
estrellándole los sesos a N. por una disputa de juego, arrancaba ambas orejas a su
querida porque le pedía treinta pesos, abría a su hijo la cabeza de un hachazo […] En
todos sus actos se mostraba el hombre bestia […] Tenía reputación entre hombres
groseros que llegaban a atribuirles poderes sobrenaturales”. “Llega a San Juan y los
principales de la ciudad […] salen a encontrarlo. Pasa sin mirarlos […] Una negra que lo
había servido en su infancia se presenta a ver a su Facundo, él la sienta a su lado,
conversa afectuosamente con ella, mientras sacerdotes y notables de la ciudad están de
pie, sin que nadie les dirija la palabra, sin que el jefe se digne despedirlos”.
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