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lunes, 12 de octubre de 2020

13 DE OCTUBRE DE 1980: PREMIO NOBEL DE LA PAZ PARA EL ARQUITECTO ADOLFO PÉREZ ESQUIVEL por Daniel Chiarenza

 

Las madres de desaparecidos iniciaron sus vínculos formalmente el 30 de abril de 1977

en Plaza de Mayo; estaban prohibidas las reuniones de personas y les ordenaron

“circular”. Nacían las Madres de Plaza de Mayo y sus “rondas” de los jueves. Existían

agrupaciones de Familiares de Desaparecidos y Detenidos por razones políticas y

Abuelas de Plaza de Mayo, que buscan a sus nietos desaparecidos o nacidos en

cautiverio, entregados ilegalmente a otras familias. Otra institución reconocida por su

labor en derechos humanos fue el Servicio de Paz y Justicia: su fundador fue Adolfo

Pérez Esquivel.

En aquel año de 1980, en la misma medida en que la dictadura y el modelo financiero, se

muestran otras grietas importantes. Reaparecen algunas expresiones políticas que han

quedado desplazadas por la prohibición impuesta desde 1976. En marzo se emite una

declaración multipartidaria, firmada por las conducciones de los partidos Justicialista,

Intransigente, Conservador Popular, Cristiano y Socialista (la UCR, gran ausente en los

momentos trascendentes). El petitorio sostiene que “el dialogo propuesto por el gobierno

militar no es serio y que es hora de retornar a una democracia sin condicionamientos, ni

proscripciones, estableciendo un plazo cierto, definido y concertado para la normalización

institucional”. La presión internacional -resultado de fuertes campañas de denuncias-

también se hace sentir intensamente y en octubre de 1980, el otorgamiento del Premio

Noble de la Paz a Pérez Esquivel constituye una forma de enjuiciamiento a los

responsables del genocidio.

El 13 de octubre de 1980 se conoció la noticia de que le habían otorgado el Premio Nobel

de la Paz al arquitecto argentino Adolfo Pérez Esquivel. En la Argentina visible, el nombre

del galardonado era desconocido para la mayoría, pero los medios no tardaron en

visibilizar su identidad: se trataba de un militante pacifista cristiano, miembro fundador de

la Asamblea Permanente y el Movimiento Ecuménico por los Derechos Humanos, y

coordinador en la Argentina del Servicio de Paz y Justicia (SERPAJ), un grupo cristiano

que actuaba en defensa de los derechos humanos en América Latina. Pérez Esquivel

también fue un detenido por el gobierno militar, permaneció catorce meses en prisión y un

período similar bajo libertad vigilada.

El premio resultó un disgusto para la dictadura cívico-militar, porque era otro

reconocimiento internacional que hacía alusión a la grave situación de las libertades

públicas en el país. No hubo comentarios oficiales, salvo una aclaración de las causas

que habían provocado la detención de Pérez Esquivel en 1977: “La acción desarrollada

por el arquitecto Pérez Esquivel en momentos en que el país vivía la máxima intensidad

de lucha armada contra el terrorismo, fue efectivamente utilizada para facilitar la

impunidad de miembros de distintas organizaciones terroristas, por lo que debió ser

detenido y puesto a disposición del Poder Ejecutivo Nacional”.

Cuando se cumplieron 30 años –en 2010- de haber logrado su gratificación como Nobel

de la Paz, Adolfo Pérez Esquivel editó un libro que sintetiza su pensamiento a través de

un recorrido por sus cartas políticas más destacadas a lo largo de las últimas décadas.

El nombramiento del general Roberto Viola –también en octubre de 1980- para ocupar la

presidencia a partir de marzo de 1981, sería una expresión del deshielo producido, luego

se conocieron las reuniones de Viola con dirigentes de diversos partidos. Entre Videla y

Viola no existe diferencia respecto a los fines últimos, solo que el segundo parece

dispuesto a intentar una metodología de mayor apertura política buscando que las fuerzas

armadas continúen controlando “el proceso”, pero con algunos mecanismos

“semidemocráticos”, descomprimiendo la presión dictatorial. En cambio, unos meses

antes, cuando se nombró al nuevo Comandante en Jefe, teniente general Leopoldo

Fortunato Galtieri, éste dio una opinión contundente: “Las urnas estás bien guardadas… y

seguirán bien guardadas”.

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