Nació en Buenos Aires, en una familia de modestos recursos del barrio de San Telmo.
Siendo adolescente se incorporó a la militancia peronista participando de la Resistencia contra la dictadura cívico militar instalada en 1955. Con 14 años, ese 16 de setiembre, estuvo entre quienes acudieron a la Plaza de Mayo en defensa del gobierno popular de Juan Perón.
Trabajó como mensajero en el Correo a los 15 años y a fines de 1957 se incorporó al Comando Centro, que se reunía en la esquina de Corrientes y Esmeralda y realizaban acciones contra la dictadura autodenominada “Revolución Libertadora”, primero con panfletos y manifestaciones relámpagos, y luego la cuestión se radicalizaría.
Se hizo guerrillero urbano e integró comandos clandestinos con Jorge Rulli, Envar El Kadri, Héctor Spina y Gustavo Rearte, entre otros, colocando “caños” (bombas caseras) y tiroteándose a menudo con “comandos civiles” de la “fusiladora”.
Después de la elección presidencial –con la colaboración del peronismo proscripto- de Arturo Frondizi continuó con las acciones de la resistencia; cuando se forma la Mesa Directiva de la Juventud Peronista (Jotapé) a fines de 1961 es nombrado responsable de
seguridad.
Por esa época su unidad tiene relación con otras agrupaciones que habían elegido la vía
de la lucha armada como los Uturuncos, un foco guerrillero rural peronista cuya primera
acción fue el asalto a la comisaría de Frías (segunda población de importancia en la
provincia de Santiago del Estero) el 25 de diciembre de 1959 pero que, mal entrenado y
carente de apoyo entre la población, quedó desbaratado en poco tiempo por fuerzas de
seguridad. También con el general Miguel Ángel Iñiguez, un exmilitar peronista que
preparó un golpe de Estado para noviembre de 1960, que fracasó antes de estallar.
Participa en Trinchera, el primer órgano periodístico de la Juventud Peronista. Luego,
motivo de un episodio confuso en que muere un estudiante, es condenado a seis años de
prisión. “Es la primera de una larga serie de caídas en prisión”, dice alguno de sus
escasos biógrafos. En esa época, Caride se despega de sus inclinaciones derechistas de
la juventud que lo habían acercado a Tacuara y se desplaza a una posición de izquierda
del peronismo, bajo la influencia de Juan José Hernández Arregui.
Cuando recupera la libertad, es herido gravemente en un enfrentamiento con la policía,
logrando a duras penas salvar su vida (1968). Desde 1967 trabaja políticamente con El
Kadri y participa de la creación de las FAP (Fuerzas Armadas Peronistas), manteniendo a
la vez una fuerte relación con el mayor Bernardo Alberte. En 1969, al realizarse un
allanamiento en un tiroteo donde muere un oficial, vuelve a ser detenido y torturado. Su
acercamiento a la FAP implica asumir algunas críticas a Perón, pero no participa del
grupo del Peronismo de Base que se niega a votar a Cámpora en 1973. La amnistía del
25 de mayo de 1973 le permite recuperar la libertad, pero por poco tiempo, pues desde la
derecha peronista se fragua, en su contra, un atentado contra Perón que habrían armado
Caride junto con Troxler y El Kadri, que trata de acusar a sindicalistas como Jorge
Fernando Di Pasquale, Sebastián Borro y Andrés Framini, hecho que lo devuelve a la
cárcel.
Más tarde, junto a Cacho (El Kadri), lanza las FAP 17, que luego se unifican con
Montoneros. El 1° de mayo de 1974, Caride conduce una de las columnas que se
manifiesta crítica al presidente Perón. Poco después, ya muerto Perón, Caride asiste al
velatorio de su amigo Troxler y luego vuelve a la clandestinidad. Bajo la dictadura cívico
militar es baleado y muere el 27 de mayo de 1976 en la localidad de Haedo, en un
enfrentamiento con la policía cuando intentaba apoderarse de armas.
Su vida fue una entrega permanente a la causa del pueblo, con un coraje sin límites y una
perseverancia dispuesta a sobrellevar todas las dificultades a tal punto que puede
considerárselo como uno de los personajes más representativos de la militancia y la
resistencia peronista.
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