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sábado, 17 de octubre de 2020

18 DE OCTUBRE DE 1945: LA SECRETARÍA DE TRABAJO Y PREVISIÓN QUEDA A CARGO DEL CORONEL DOMINGO MERCANTE por Daniel Chiarenza



Luego del hecho revolucionario de masas más importante de la Historia argentina -el 17

de octubre- el presidente Farrell cambió el gabinete, pero sin las presiones del general

Ávalos.

En la Secretaría de Trabajo y Previsión, producida la renuncia de Perón, la jerarquía

católica le impone a Farrell el nombre de Juan Fentanes.

Éste garantizaba las conquistas y derechos sociales, pero Fentanes no era Perón…

Es que el pueblo tiene una especie de “sexto sentido”, y muy pocas veces se equivoca al

elegir “su” conductor. No es suficiente ser dadivoso, tener un lenguaje populista, si el líder

o conductor –y nunca alcanzará esta categoría popular- no goza de cierto halo que hace

que las masas se sientan sinceramente representadas. Esto tiene más que ver con una

mística revolucionaria y una personalidad irresistible al gusto masivo, además del

testimonio veraz dado por la biografía del líder carismático.

Conducir es ponerse al frente de un proceso y seguir el camino que las masas señalan, y

para ello hace falta no ser apresurado ni menos aún un retardatario, sino acompasar el

movimiento popular que dio origen a la conducción. No por nada la primera verdad

peronista expresa enfáticamente: “La verdadera democracia es aquella donde el gobierno

hace lo que el pueblo quiere y defiende un solo interés: el del pueblo”. Es por ello que

ante la “multitud” odiadora que pedía el gobierno a la Corte frente al Círculo Militar, no

hubiera hecho falta que saliera el apaciguador Vernengo Lima y les dijera: “… yo no soy

Perón”. El pueblo sabía perfectamente que Vernengo Lima, Ávalos, Fentanes o Braden

NO ERAN PERÓN.

Perón y Evita, la misma noche del 17, fueron a la Estancia de un amigo a pasar cuatro

días de descanso. El 22 estaban de vuelta en Buenos aires, en el domicilio de ambos en

la calle Posadas, allí tuvo lugar la ceremonia civil de Matrimonio. Actuó el jefe del registro

civil de Junín, para no darle la trascendencia que hubiera tenido en un registro civil

porteño. Farrell entregó a Perón en la noche del 17 la conformidad de su pedido a retiro.

No necesitaba autorización militar para casarse. La ceremonia religiosa se llevaría

adelante, en absoluta intimidad, en la iglesia San Ponciano de La Plata.

Volviendo al viernes 19 los diarios informaban la recomposición del gobierno, producida el

18:

Vicepresidente y ministro de Obras Públicas: general Juan Pistarini

Interior: coronel Bartolomé Descalzo

Relaciones exteriores: Dr. Juan I. Cooke

Instrucción Pública: Dr. José M. Astigueta

Hacienda: coronel Amaro Ávalos

Agricultura: Ing. Pedro S. Marotta

Guerra: general Humberto Sosa Molina

Marina: almirante Abelardo Pantín

Secretario de Aeronáutica: comodoro Edmundo Sustaita

Secretaría de Trabajo y Previsión: coronel Domingo Mercante

Sosa Molina y Sustaita eran designaciones que provenían de la voluntad del arma; lo

mismo que Pantín. Mercante era el indicado para Trabajo y Previsión, a falta de su

coronel fundador, por supuesto Perón no podía integrar el gabinete porque se dedicó a la

campaña presidencial. Por análogos motivos, Quijano y Antille quedar expectantes,

ambos aspiraban a la vicepresidencia.

Llamó la atención el nombramiento de Descalzo. Militar retirado, amigo de Justo, de ideas

liberales, ahora presidente del Instituto Sanmartiniano. Lo unía a Perón una antigua

amistad y era un hombre incorruptible: era una garantía de corrección del proceso

electoral.

Al asumir Descalzo dijo que “las elecciones serían libérrimas, las Fuerzas Armadas

custodiarán los comicios”. Derogó el decreto de Perlinger que disolvía los partidos

políticos; instruyó a los interventores para que dieran igualdad de trato a todos los

partidos.

Como una agrupación peronista le “pidió ayuda” para realizar una asamblea, contestó con

energía “que el ministerio del Interior no es un comité. A mí me han encargado dirigir la

política interna del país, sin que haya candidato oficial alguno. No he venido aquí a

prestigiar a alguna persona”. La hizo publicar por toda la prensa, así no había malos

entendidos.

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